Hace ya casi dos meses del Intercambio juvenil “Act now”, un proyecto en Senegal sobre la regeneración de manglares, que también trataba los temas de medio ambiente, justicia climática y el impacto del colonialismo.
Fue una experiencia muy interesante, dura y maravillosa a partes iguales, ya que en mi caso estuve enferma del estómago durante todo el viaje, pero aún así pude disfrutar y aprender muchísimo de la vida africana. Existen numerosas diferencias entre Europa y África, más allá de lo que ya sabemos, y me refiero a la manera en qué se relacionan las personas.
En primer lugar, quiero mencionar la palabra “Teranga”, es una palabra que hace referencia a la forma única que los senegaleses tienen de acoger a sus invitados, ellos lo definían como ayudar a los demás antes que a ti mismo. Y así es, en todo momento se notaba ese espíritu de la hospitalidad, un sentimiento de amor incondicional que se distinguía muy bien del comportamiento general al que estamos acostumbradas aquí en Europa, que denota egoísmo y mirar antes por nuestro propio beneficio. Sin duda, este aspecto es el que marca la diferencia de las relaciones interpersonales allí, se siente la unión de la población en el día a día, en la pasión por la naturaleza y en la familia.
Para mí, este factor fue el más sustancial, el de poner por delante el apoyo entre las personas que quieres para poder lograr las cosas y salir adelante. En conversaciones muy profundas que tuve con mis compañeros, pude apreciar como la familia es el aspecto alrededor del cual más se desarrollan sus vidas. Su religión también tiene gran representación en ello.
Algo que me impactó muy negativamente fue la relación europea con África, cómo en las calles se puede apreciar la invasión de marcas y productos multinacionales, que desplazan el propio mercado local y las consecuencias que esto tiene en la economía del país y los ciudadanos. Genera impotencia ver la pobreza de las infraestructuras en pro de extraerles sus propias riquezas, y como sus salarios son una décima parte de los nuestros, mientras trabajan literalmente todo el día; a pesar de ello sus valores no se mueven en torno al dinero, sino como ya he dicho, se mueven por amor, y eso me hizo replantearme el valor de muchas cosas de mi vida.
El tema de la comida, que para mí fue el mayor reto, pues es bastante complejo, ya que viven de lo que pueden recolectar de la naturaleza, y por tanto la cantidad y variedad de producto se basa en la producción de la temporada, algo que sería lo lógico en todas partes. Pero ahí está la razón de los problemas de nuestro entorno: tenemos la comida como ilimitada y abusamos de ella, exceso de consumo y pérdida de calidad nutricional.
Durante el intercambio allí se adaptaron a nuestro estilo de alimentación, y los participantes estaban sorprendidos de comer más de dos veces al día, de tener carne varias veces y otros productos a los que no están acostumbrados, pues los alimentos del día a día allí son el pan, el arroz y el pescado. Para nosotros los europeos, era difícil mantener ese menú tan limitado y en varias ocasiones tuvimos que acudir al supermercado a comprar snacks, fue un gran asombro para mí descubrir que algunos nunca habían comido un helado o unas galletas de chocolate.
Sin duda, una fascinante vivencia, que en muchas ocasiones me hacía sentir culpable por mi modo de vida, y que recordaba en especial momento cuando los niños nos gritaban ‘tubap’ que significa ‘blanco’. En fin, comprensible.
Por último, quiero mencionar el poder de la gratitud, una emoción que todos pudimos sentir, en primer lugar por haber vivido este increíble intercambio, y por cada una de las actividades que desarrollamos, las cuales siempre terminábamos cantando “Diarama/djarama” que significa “gracias”, y esto nos recargaba de felicidad y energía.
Por todo esto, agradezco una vez más a Biodiversa por darme la oportunidad de participar en este proyecto, a ASAN por organizar todo con enorme cariño y profesionalidad, a International Young Naturefriends y Naturfreundejugend.

[Artículo escrito por Ana González Fernández – en la foto delante del todo con pantalón azul y camiseta negra -, participante de Biodiversa en el intercambio juvenil «Act Now», enmarcado dentro del proyecto «Greening International Youth Work», promovido por Naturfreundejugend con fondos del programa Erasmus + de la Comisión Europea].